lunes, 29 de mayo de 2023

CRÍTICA A ROBIHACHI

Hoy toca entrada otra vez, y ahora toca hablar de un anime que probablemente no conozca mucha gente, pero que DEBERÍA. Se trata de RobiHachi (sí, hasta hace un par de semanas no sabía de su existencia), una historia del creador de Fairy Ranmaru, que reseñé hace un tiempo en este blog. Como Fairy Ranmaru me pareció una masterpiece del anime de culto, pensé que, como RobiHachi lo había creado la misma persona, no podía ser muy distinto, así que me aventuré en lo que ha sido la mayor space ópera anime que he visto en mi vida. Nada de animes pretenciosos que buscan dirigirse hacia un público inteligente, nada de animes de culto en los que hay que dar mil piruetas mentales para buscarle un significado a la trama, a mí ponme animes surrealistas sin pies ni cabeza en los que cada cosa que pasa es más surrealista que la anterior y soy feliz.


Por el primer párrafo podéis averiguar que me ha gustado bastante. Es camp. Es cierto que no me ha parecido tan camp como Fairy Ranmaru (es insuperable, me temo), pero cumple muy bien su función. Al principio no conseguía pillarlo, se me hacía algo aburridillo y me costó arrancar, pero, como pasa con muchos animes, llegas a la mitad, le pillas el rollo y la verdad es que te lo pasas bastante bien. Es todo comedia, con cierta sátira de la sociedad con toques futurísticos, muy en la línea de Gintama, y encima está aderezado con un subtexto (y no tan subtexto) yaoi que hará las delicias del público fujoshi.

¿La trama? Pues una fantasía. Básicamente es, como ya he dicho, una space opera (pero space opera bien, con chistecillos, humor y demás, por lo menos que te rías, vamos) que se centra en Robi, un tipo que está endeudadísimo que, por azares de la vida, conoce a Hachi, un chaval que está harto de la vida monótona y tiene ganas de que la vida le de sorpresas. Después de conocerlo, se vuelven a encontrar otra vez por casualidad, porque resulta que Hachi es uno de los cobradores del frac del acreedor de Robi, Yang. Como a Hachi le parece una casualidad muy grande y tiene ganas de que la vida le de sorpresas, se sube de polizón a la nave espacial de Robi para viajar del espacio huyendo de Yang hasta Isekandar, un planeta muy lejano y muy publicitado en TV donde se supone que sus deseos se cumplirán.


Es un poco como Gintama pero de 12 capítulos, por si hay alguien a quien le apetezca ver Gintama, pero no le apetezca ver 400 episodios o los que sean (estaba dividido en tantas series que no sé cuántos serían en total). Y si no os apetece, también, porque de vez en cuando no hace ningún mal ver un anime sin pretensiones con el que echar unas risas. La verdad es que este tipo de animes me han hecho volver a retomar el otakismo más que otra clase de historias.

La historia es de esas que tienen episodios con estructuras similares, muy en la línea de lo que es Fairy Ranmaru. Aquí los protagonistas van viajando por distintos planetas para huir del villano (que tiene un gran interés en encontrar a Robi, más allá de su deuda). Y cada planeta es un mundo, con su estilo y con sus cosas. Básicamente los planetas suelen ser temáticos de cosas japonesas, como onsens, mechas, akihabara... Y en cada capítulo, pues hay una aventurilla. Muy para pasar el rato, los avances en la trama no son muchos hasta mitad del anime, donde empieza a avanzar la relación entre los personajes.


Porque este es uno de esos animes que busca desarrollar la relación de los personajes de modo que resulten shipables (creo que a partir de aquí es un poco spoiler, así que si no leéis este párrafo tampoco os voy a regañar), muy como esos animes con queerbait tipo free, sk8 y demás, pero tampoco se puede decir que sea queerbait, porque, aunque los personajes no acaben juntos de forma explícita (lo dejan a la imaginación del espectador, con algún que otro momento interpretable, como en los animes del estilo que he mencionado, vaya), hay un personaje LGTB canon: además de por la deuda (o, más bien, la deuda es lo de menos) Yang persigue a Robi porque está pillado de él y, claro, piensa que perseguirlo es la mejor manera para pillar cacho (no tiene mucha responsabilidad afectiva).

Y, bueno, el anime en sí no es tan surrealista como Fairy Ranmaru (no tiene performances musicales, ni un ending de baras haciendo shibari, ni transformaciones mágicas marcando atributos), pero se deja ver bastante. La verdad es que a mí me gustó más Fairy Ranmaru, para qué mentir, pero este también lo he disfrutado, como suelo hacer con animes de comedia que se salen un poco del humor básico de los animes más conocidos.

¿¿¿Las referencias al anime de los chicos mágicos???

En resumen, que es un viaje astral (literalmente, omg), así que os recomiendo que os lo veáis y me digáis que tal, que los comentarios por este blog tampoco abundan.

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