Anime nuevo, entrada nueva. Hoy toca hablar de La Caja Azul (Ao no Hako para quienes no lo hayáis visto en Netflix), ese anime que introduce en el panorama spokon con dramón. Que no digo que los spokones que había antes no tuviesen dramón, pero es que en este caso lo que parece es que el deporte es un pretexto para meter dramón y culebrón como trama principal. Digamos que aquí el deporte no es lo primero, lo primero era el romance. Y yo no lo sabía, por eso había tardado tanto en vérmelo. Que tampoco es que fuese tanto tanto, si te paras a pensarlo, pero no lo llevé al día habiendo podido y me esperé a que lo sacaran en castellano (tenía el presentimiento de que lo sacasen y ojo de loca no se equivoca). Una vez visto, aquí estoy para comentarlo y contar mis impresiones. ¿Serán buenas? ¿Malas? Lo sabréis si seguís leyendo...
Pues no sé muy bien qué decir sobre la impresión que me ha causado este anime. No es que me haya disgustado, pero tampoco es que me haya vuelto loca, quiero decir... Me esperaba mucho más drama, me esperaba que después de cada episodio me muriera de ganas de ver el siguiente (sobre todo con el uso en exceso del cliffhanger que hacen, que no paran no paran no paran), me esperaba que las cosas pasasen más rápido... Pero no, la verdad es que tuve la sensación de que era todo muy lento, tanto que hasta llegué como al capítulo 20 con la sensación de que realmente la trama no había avanzado nada. Y es que en parte es así por cosas que ya diré a lo largo de la entrada, porque quitando un par de acontecimientos relevante, el resto es muy como darle vueltas a lo mismo. Y la manera en la que termina la temporada me parece demasiado predecible como para ser predecible. No sé, pero bueno, tengo que decir que los spokones y el deporte en general no son santo de mi devoción y agradezco el hecho de que la trama principal son los amoríos y no los deportes. Así que de eso no me quejo.
¿De qué va este anime? Pues de amoríos, ya he avisado. Si esperabais que tratase sobre bádminton lo llevabais clarinete. El bádminton es un pretexto para meternos culebrón adolescente muy en la línea de los shojazos de mi época (con mítico tropo de estudiantes que tienen que vivir en la misma casa durante un tiempo y todo): Taiki, el protagonista, está crusheado de una muchacha de su instituto, la cual está en el equipo de baloncesto y es una promesa de este deporte. La conoce porque va a entrenar temprano al gimnasio del colegio, porque él hace bádminton etc etc. El caso es que, por cosas de la vida, la muchacha, Chinatsu, se tiene que quedar a vivir en la casa de Taiki durante un tiempo. Y a partir de ahí pasan cosas (o no, porque en mi opinión entre ellos dos no es que pase mucho, pero desarrollo en los próximos párrafos).
Empatizo más, y creo que la mayoría de la gente coincidirá conmigo, con el personaje de Hina, la tercera en discordia en el triángulo amoroso de turno en este anime. Hina está mucho más desarrollada, le dedican capítulos enteros, sabemos qué es lo que piensa y lo que siente, sabemos por qué le gusta Taiki y podemos ver los movimientos que hace para llegar a su crush. Le dan un desarrollo similar al de Taiki, si bien Hina no es la protagonista y sus apariciones son algo más circunstanciales. Pero bueno, eso es lo que se echa de menos en Chinatsu, un mínimo desarrollo. Tenemos más desarrollo y más evolución de la relación entre Taiki y Hina que de la relación entre Taiki y Chinatsu, que se supone que es la pareja principal.
Y mira que hay ocasiones que Hina me carga, porque hay momentos en que se hace pesada diciéndole continuamente al Taiki que le gusta, nosequé. Chica, por favor te lo pido, no te arrastres, de verdad, no vale la pena. No quiero hacer spoilers, pero no vale la pena.
Los últimos episodios para mí han sido los mejores, desde la aparición del personaje de Ayame, que para mí le da como un soplo de aire fresco a un anime que se me hacía demasiado lento. Viene a mover la casa, como en Gran Hermano, y lo hace. Y, al final, una vez más, los episodios del final giran básicamente en torno al personaje de Hina. Empezamos a tener dudas sobre quién es la verdadera protagonista aquí. Y se agradece, porque ya os digo que en todos los 20 episodios anteriores tenía la sensación de que pasaba todo tan lento que era como si no pasaba nada en general.
Sobre el final no sé qué decir. Ni qué opinar. En verdad es como que todo lo que pasaba lo veía venir y no me ha sorprendido nada, de algún modo es como si supiera que todo iba a pasar. Desde la decisión del protagonista hasta el hecho de que el final iba a ser lo suficientemente abierto como para dejarlo todo a punto para una segunda temporada. Porque va a haber una segunda temporada, y es que el manga continúa y el anime va por el mismo camino.
Estaremos visualizándola, aunque en mi caso será más por los personajes secundarios, que han logrado captar mi atención más que la pareja principal. Tengo muchas ganas de ver cómo se desarrolla el personaje de Ayame, qué va a pasar con Hina o si aparecen nuevos personajes del badmintonverso (y si aportan drama, no solo bádminton).
No me dejo mucho más aparte de que el dibujo es bonito, que tiene mucho brillo y es bastante más estético que en animes que solo se centran en el deporte, más cute, más bonito. Lo que más me ha gustado es cómo está dibujado el pelo.
Y ya está, poco más tengo que decir. No sé cuál será el próximo anime que me vea, así que hasta la próxima entrada. Habrá más, pero no aseguro que mejor.